Derribando muros inexpugnables

  Derribando muros inexpugnables

Cientos de historias han hablado durante los milenios de grandes imperios y reinos que se alzaron con sus inexpugnables murallas, impenetrables e invictas  demostrado su artera forma de ataque contra todo aquel que se aventuró desafiar a sus habitantes y más de uno de ellos han caído doblegando sus rodillas invencibles para adorar a sus conquistadores y suplicar por sus vidas.

Entre las páginas doradas de la eternidad se relatan de hombres de todos los tipos que respondieron al llamado de una voz divina pidiendo auxilio en los momentos más importantes de la humanidad. Pocos hombres respondieron y los que voluntariamente se alistaron a las filas de la milicia nunca dejaron de ser los mismos de antes ni les faltó la recompensa que sólo el triunfo les da, la corona de la victoria junto con todo lo que un hombre puede desear y aún más.

Todo aquel que empuñó la espada no retrocedió jamás sino que se armó de coraje pese a no saber que tan poderoso era su enemigo porque confiaba en Aquel que le hizo el llamado para luchar y vencer siendo su meta el honor. Muchas otros lucharon por las recompensas, nosotros luchamos por algo más elevado que ni las riquezas de este mundo pueden cubrir su costo. Luchamos por el honor, en el cual descargaremos todas nuestras energías hasta obtenerlo.

Hoy a la humanidad se le ha hecho el llamado pero pocos hombres han respondido a ello, pues el honor de la raza humana ha sido abatido por un enemigo cruel que no descansa, no duerme y nunca retira sus fuerzas, levantando sus enormes murallas contra nosotros para que nadie las destruya. Sus ataques son despiadados y muchos han quedado en el campo de batalla sin esperanzas ni fuerzas para levantarse. Hoy se necesita de aquellos legendarios guerreros que no se compren ni se vendan, hombres de fe robusta y enérgica, que siempre vaya de una batalla a otra venciendo.

Las batallas de la vida arrojan a multitudes en la desesperación y en el abismo sin fin de la derrota, pero nosotros no somos de los que dan batalla con misericordia contra el enemigo y a pesar de ser tan poderoso nuestro adversario, siempre será un enemigo vencido y toda su estela de egoísmo, orgullo, ambición y desaliento será desmantelado, hecho cenizas para ser disipadas por el viento.

Los muros inexpugnables pueden ser derribados por la fuerza de la voluntad que imprimamos contra ellas, la concentración de todas nuestras energías contra un solo punto podrán derribarlas. Ningún muro por imponente que se vea nos desanimará o nos hará acobardar sino que arremeteremos batalla sin cuartel. El hombre o el joven puede ser aquel legendario guerrero que no deja una batalla sin vencer, el éxito de nuestra conquista comienza en nuestro interior, las más grandes batallas son libradas en nuestro interior, contra el desánimo, la falta de voluntad, el desaliento, el fracaso, y una serie de males que poseemos que con sus muros inexpugnables se levantan contra nosotros.

Las batallas están frente a nosotros y nos tocará decidir si aceptamos el llamado para ser los legendarios guerreros o huiremos fácilmente sin dar batalla. La guerra tuvo sus inicios y hoy estamos siendo llamados para vencer, aceptemos el reto impuesto y luchemos con ardor y entrega y libremos las batallas de la vida, de éxito sobre éxito, siempre avanzando hacia la conquista final.

Blog de Bernabé Arias publica esta reflexión para autoayuda en ningún momento se hace un llamado  a la violencia la lucha es interior contra nuestras debilidades y limitaciones  una lucha por un mundo  mejor  una lucha que empieza en  ti mismo  o  misma.

EL blog de Bernabé Arias es parte de Únete al éxito.  

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